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Aprovechando el Día Europeo de la Depresión, que se celebra el 5 de Octubre, queremos contribuir a difundir qué se considera “Depresión” y cuáles son las formas de tratarla, ya que sólo con una información adecuada podremos identificarla y valorar qué medidas podemos adoptar y cuándo pedir ayuda profesional.
La Depresión siempre se ha situado en el “top five” de las causas de enfermedad a nivel europeo y mundial, habiendo alcanzado ya la primera posición de esta lista. Es, por tanto, un problema de salud de primera magnitud.
La Depresión es de los trastornos más incapacitantes, ya que interfiere de forma global e intensa en la vida de las personas. Ámbitos tan dispares como el trabajo o los estudios, la familia, el ocio, o las relaciones sociales, se ven seriamente afectados por ella. Y todo con un denominador común: la autoestima sufre. Además, afecta a las personas del entorno más cercano, ya que la relación de la persona con Depresión con ellas se deteriora, cuando justamente estas relaciones son las más necesarias para la recuperación del bienestar del paciente.
Contrariamente a lo que se pueda pensar, la Depresión afecta a todas las edades, incluidos los niños, a todos los estratos sociales (incluidos los que más recursos poseen), y a todos los países (no sólo a los menos desarrollados).
El límite entre sentirnos tristes por acontecimientos que nos suceden en la vida cotidiana, y desarrollar unos síntomas que nos afecten e interfieran en esa misma vida cotidiana, no siempre es grande. No hay una distancia tan amplia como para que el riesgo de padecer Depresión no nos afecte a todos. De ahí la importancia de una intervención lo más temprana posible.
La depresión en general se conoce como un estado emocional asociado al hecho de sentirnos tristes, melancólicos, infelices o abatidos. Pero si hablamos en sentido clínico, la Depresión se identifica como un Trastorno del Estado de Ánimo, y específicamente dentro de los Trastornos Depresivos del DSM-V (un Manual muy extendido en Psicopatología), que cursa con sentimientos de tristeza, apatía, cansancio, ira o frustración, que ocasionan dificultades en el funcionamiento de la vida diaria durante un período de semanas, o que puede volverse crónica si no se realiza una intervención adecuada.
La Depresión en sí no es un trastorno hermético, ya que puede presentarse en otros cuadros psicopatológicos, como el Trastorno Bipolar, los Trastornos de la Personalidad o Trastornos de la Ansiedad, entre otros.
También es importante conocer que la Depresión puede causar otras enfermedades médicas o psicológicas si persisten los síntomas, pues habitualmente es un trastorno incapacitante que condiciona los hábitos de la persona que la padece, provocando posibles trastornos relacionados con su organismo, generando desórdenes en la salud y el bienestar, y llegando incluso a que la persona pierda el interés por cuidar de sí misma.
Además del deterioro de las relaciones personales ya descrito, una de las conductas más preocupantes de quienes padecen la Depresión son los pensamientos suicidas y las conductas con intención de causarse daño a sí mismas, que generan un severo problema de salud pública: lesiones, bajas laborales, internamientos, etc.
Afortunadamente, se dispone de Tratamientos eficaces para la Depresión.
Si bien es cierto que es posible afrontar por nuestros propios medios un periodo de tristeza provocado por un factor concreto e identificable, buscando apoyo de amigos o familiares, haciendo actividades que nos agradan, o modificando ese factor (cuando es factible), si nos vemos inmersos en una Depresión, esto ya no es suficiente y necesitamos ayuda profesional.
En función de la gravedad de la Depresión, de la edad de la persona que la padece, del grado de afectación y deterioro, y de las estrategias de afrontamiento que tenga o haya puesto en práctica esa persona, resultará adecuado y eficaz un tratamiento u otro, o bien una combinación de ellos.
Los más utilizados son:
Las demandas más habituales son las que tienen que ver con la recuperación del nivel previo de funcionamiento, y con el aprendizaje de estrategias para superar el problema.
El restablecimiento del nivel anterior, tanto de funcionamiento a nivel cotidiano como de rendimiento laboral o en los estudios, es una de las consecuencias de la Depresión que más preocupa a quien la padece.
Otra demanda tiene que ver con aprender estrategias eficaces que solucionen el problema a largo plazo. Y es que la Depresión reduce en gran medida la confianza en las propias capacidades para superar el problema, debido a la baja autoestima. Dichas capacidades suelen permanecer intactas, pero la percepción que se tiene no se corresponde con esa realidad.
Además, los pacientes buscan la recuperación de una relación (de pareja, de amistad, etc.) o de una dinámica familiar deterioradas, o bien la reducción del continuo estrés que experimentan las personas excesivamente autoexigentes (como comentábamos más arriba), o la necesidad de experimentar una sensación de bienestar y felicidad que alivie su sufrimiento.
Todos nos merecemos ser felices, así que… ¿por qué esperar?
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